viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz 2011



No sólo los céntricos barrio de ocio y de comercio son escenarios habituales para la espera del año nuevo, también, los santuarios y los templos. Los modos de celebrarlo, igualmente, varían. En el primer video pueden verse los tradicionales globos en el templo Zozoji, con la iluminación de la torre Tokio al fondo; en el segundo, el llamativo toque de campana en el templo Chion in, en Kioto y los ruegos en el conocido santuario de Kameido Tenjinsha. Todos dando la bienvenida a este 2011.

¡Feliz año!

sábado, 25 de diciembre de 2010

Sayonara, sayonara, me voy pal Japón. Fajardo y sus estrellas.

Por las más recientes memorias de Paquito D’ Rivera, Ser o no ser, esa es la jodienda. Paisajes y retratos, me entero de la existencia de una pieza del gran flautista cubano José Antonio Fajardo con el estribillo “Sayonara, sayonara, me voy pal Japón”. De acuerdo con la Enciclopedia discográfica de la música cubana, de Cristóbal Díaz Ayala (pp. 51-52) “Sayonara” fue compuesta cerca de 1960 y editada en el LP Sabrosa Pachanga, de 1962. Fidel Eyeglasses , sin embargo, data el disco de 1960 y apunta una reedición bajo el título de Sayonara -Orquesta Típica Panart. En la revisión me encuentro igualmente con un Fajardo en el Japón donde al menos tres títulos refieren directamente a tierras niponas: “Chotto matte” [espera un momento], “Hola Japón" y “Lindo Zakura" (sic). Según Díaz Ayala, la placa es de cerca de 1962, mientras que Fidel Eyeglasses la fecha en 1961, con interpretaciones de ese año y de 1960; al igual que Sabrosa Pachanga, Fajardo en el Japón sería reeditado, esta vez como Hola Japón-Orquesta Típica Panart.

En palabras de Luis Tamargo, “descontento con la condición política de la isla, Fajardo decidió abandonar permanentemente su país natal en 1960 mientras iniciaba una gira a través del Japón. La letra verdadera de la composición titulada Sayonara expresa su oculto deseo: "Sayonara, sayonara / Me voy pa'l Japón / Y les dejo este potaje / Que no tiene solución"

Felizmente, he podido hallar todos los temas mencionados y aquí los comparto.








viernes, 24 de diciembre de 2010

Shibuya 109 y las navidades de Girl's Generation


La novedad publicitaria de estas navidades en Tokio ha sido la imagen del grupo musical coreano Girl's Generation en la fachada del centro comercial Shibuya 109. Perteneciente a la companía de trenes Tōkyū -"109" es, de hecho, un juego de palabras entre el nombre de la compañía y las cifras 10 () y 9 (kyū)- el Shibuya 109 es uno de los emporios de la moda joven en Tokio, así como uno de los más conocidos hitos urbanos tanto del propio barrio de Shibuya -prácticamente en conjunción con el más famoso cruce peatonal de Japón, desde el cual se revela medularmente visible- como de la ciudad toda.

Girl's Generation, por su parte, ha devenido fenómeno poco usual dentro del mercado musical japonés, toda vez que su público mayor lo constituye un amplio sector de jóvenes japonesas cuyo interés se había limitado casi exclusivamente a la producción nacional. Los intersticios de este duelo entre los nuevos ídolos del pop coreano y los del pop japonés (en este caso representados por AKB48) -y que han sido cuidadosamente comentados por W. David Marx, en un artículo que recomiendo aún a quienes no se interesen demasiado en el tema- dan un nuevo matiz al ya complejo mundo del pop tanto en Japón como en el Este de Asia, un tópico que implica, como es de notar, un ámbito visual no menos complejo.

Los videos que siguen son : uno del interior de Shibuya 109, otro, de Girl's Generation, y el de AKB48 mencionado en el artículo de W. David Marx. La foto del encabezamiento está tomada del sitio TokyoFashion.com, que ha detallado la imagen navideña de Shibuya 109 y la de otras zonas de la moda de Tokio .

¡Felices fiestas a todos!








miércoles, 17 de noviembre de 2010

Mañana en la Feria del Libro de Miami

Presentación del olvido, mañana jueves 18 de noviembre a las 6: 30 p.m. en la Feria del Libro de Miami. Dirección: Miami Book Fair International, Miami Dade College: Wolfson Campus, 300 NE Second Ave., Miami, FL 33132, Room 3209 (Building 3, 2nd Floor).

También, el domingo 21 de noviembre a las 11:30 a.m. estaré firmando ejemplares del libro en el stand de la editorial Linkgua USA (sección D de la Feria).

sábado, 6 de noviembre de 2010

Me lo dijo Adela

Yukimura Izumi en una versión del famoso chachachá "Me lo dijo Adela", compuesto por Otilio Portal Monterrey en 1952. El filme es Janken Musume, de 1955. Un esbozo sobre la influencia de la música cubana en Japón, especialmente desde el período de ocupación nortemericana, aparece en el post Tabú -escrito, precisamente, a partir de la magnífica interpretación de Yukimura Izumi de la conocida melodía de Margarita Lecuona- y, colateralmente, en otros post de este blog. "Me lo dijo Adela" se haría famosa en inglés como "Sweet and Gentle".

El video ha sido restringido para subirse, pero puede verse en: Yukimura Izumi in Janken Musume.

miércoles, 20 de octubre de 2010

Tres versiones japonesas de "Mágica luna"

Aunque no ha sido un tema recurrente dentro del repertorio cubano, “Mágica luna” (Patrick Welch y Michael Merlo), popularizada por Celia Cruz con la Sonora Matancera en 1960, cuenta en Japón con, al menos, cinco versiones. Editada por Nihon Victor, Moriyama Kayoko la interpretaría ese mismo año en la oncena edición del estelar programa Kōhaku con el título de “Cuba de luz de luna”; y pronto aparecerían las versiones de The Peanuts y de Nishida Sachiko (de las otras dos, atribuidas a Cristal Sisters y a Kida Yoshiko, aparentemente no se conservan grabaciones). El que, aparte de los arreglos, cada versión incluya letras diferentes -el título, no obstante, sigue siendo el mismo- probablemente obedezca más al intento de personalizar un tema de éxito que a una particular traducción, sobre todo si, desde un inicio, se considera que la pieza de Celia no menciona a Cuba. La versión de The Peanuts añade, además, un “mucho, mucho, bésame mucho”, en referencia a la famosa composición de Consuelo Velázquez, y un “vaya, vaya, vaya con dios”. El orden de las grabaciones abajo es: Moriyama Kayoko, The Peanuts, Nishida Sachiko y Celia Cruz.







martes, 19 de octubre de 2010

Roberto Barbon y General Min Min

La actriz Aki Takejō y Roberto Barbon, primer pelotero cubano (y latinoamericano) en el beisbol japonés, anuncian el aire acondicionado General Min Min, de Fujitsu General. Salvo por la presencia Barbon, quien desde su retiro en 1965 funge como traductor de español e inglés para los entonces Hankyu Braves (hoy Orix Buffaloes), con quienes jugara, el comercial no posee mayor gracia que un juego de palabras entre ue da (arriba) y Ueda (apellido de Ueda Toshiharu, a la sazón manager de los Hankyu Braves), y la particularidad, o acaso innovación, de que el General Min Min lanzase el aire frio hacia abajo. Quién sabe si Barbon haya sido también el primer anunciante cubano en la televisión japonesa.

jueves, 9 de septiembre de 2010

sábado, 7 de agosto de 2010

Marilyn, Di Maggio y el Hotel Imperial




Releyendo al gran Gay Talese -su magnífico retrato de Joe Di Maggio- reparo en que fue Tokio la ciudad escogida por Jolting Joe y Marilyn Monroe para su luna de miel. Al parecer, la visita de la artista a las tropas norteamericanas en Corea, así como la reacción de Joe a ella, dejó en segundo plano el recorrido de la pareja por Japón, al menos después del regreso de Marilyn. De los varios y casi coincidentes relatos sobre la apoteósica llegada de Joe y Marilyn a la capital nipona me ha llamado la atención la observación de Richard Ben Cramer, en su Joe Dimaggio: The Hero's Life (pp.356-357), acerca de los “embates” sufridos por el Hotel Imperial, donde ambos se alojarían:

In the forty years since Frank Lloyd Wright designed the magnificent stone pile (and personally supervised its construcción) the Imperial Hotel had withstood (without one broken teacup) an earthquake that leveled much of old Tokyo and American bombing during World War II. But it would not survive unscathed the arrival of Marilyn Monroe. Two hundred Tokyo policemen guarded the hotel doors. But thousands of fans from the parade route had been denied their glimpse of the Honorable Buttocks- Swinging Madam (as Marilyn was known in the Japanese Press)… and they could not be held back. They trampled through the koi ponds, broke the hotel´s revolving doors, and –when those were jammed – crashed through the plate glass windows on either side. They were in no mood to be shooed away. They ringed the hotel, shouting her name into the icy night –until Marilyn (a bit snappish herself, by that time) was forced to make appearance on a balcony (“like I was a dictator o something”, as she said) to wave, and blow kisses –by which gestures the crowd was calmed.



En realidad, la mítica indemnidad del Hotel Imperial -al que me habré referido en otras ocasiones- durante el Gran Desastre de Kantō (el terremoto al que se refiere Cramer) no fue ni mucho menos tal. No obstante, resistir un terremoto de casi ocho grados, librar los siniestros que le acompañaron y funcionar, además, como refugio, le convirtieron, desde el mismo día previsto para su inauguración, en símbolo de la ciudad; rango, circunstancial y acaso inmerecidamente sublimado por el colapso del Doce Pisos de Asakusa, emblema de un Tokio que aún era Edo y que el gobierno japonés, escudado en su supuesto intento de “moralizar” el desarrollo moderno de la “capital imperial”, estaba empeñado en destruir. Dañado nuevamente durante el bombardeo de Tokio, en 1945, el Hotel Imperial sobreviviría apenas una década después de la visita de Marilyn y Joe. Fue desmantelado en 1968, en parte, precisamente, por las deficiencias de su estructura antisísmica, y su lobby trasladado al magnífico museo de Meiji Mura.


viernes, 6 de agosto de 2010

Hiroshima and the Emperor’s New Clothes

Al tema del bombardeo atómico y la literatura japonesa ya me he referido brevemente en "Japón después" . Hoy, en el sesenta y cinco aniversario de la tragedia, quiero reproducir la traducción de Richard Minear de "Hiroshima and the Emperor’s New Clothes", de Kurihara Sadako. Aunque algunas obras conocidas en occidente hagan suponer lo contrario -acaso con la ayuda del cine y por las propias dimensiones del tema- en general las traducciones de literatura japonesa sobre Hiroshima y Nagasaki siguen siendo bastante escasas, especialmente para el caso de la poesía, o de las obras de autores víctimas ellos mismos del bombardeo.


Hiroshima and the Emperor’s New Clothes

Chubby,
glossy face shiny with sweat,
the emperor of the new clothes,
his (nuclear) belly button plain to see,
says he’s coming to Hiroshima.
He says he’ll pay his respects at the atomic cenotaph.
Can he really stand
belly-button-bare before the monument
that says “the mistake shall not be repeated”?
The emperor of the new clothes,
who says what is isn’t
and what isn’t is
and turns lies and fraud into state policy,
says he’s coming,
bare belly button and all.
In Hiroshima
not only the children
but also the old people, the men, the women
laugh, get angry
at the chubby emperor’s
belly-button antics.
In April he pays his respects at the shrine to war,
in August he pays his respects at the atomic cenotaph.
Repeating flat contradictions every day,
in the country across the sea
he says what they want him to say;
here at home, for domestic consumption,
he says what is isn’t
and what isn’t is.
But Hiroshima will not be fooled.
O, you 200,000 dead!
Come forth, all together,
from the grave, from underground.
Faces swollen with burns,
black and festering,
lips torn,
say faintly, “We stand here in reproach.”
Shuffle slowly forward,
both arms shoulder high,
trailing peeled-off skin.
Tell them—
the emperor of the new clothes
and his entire party—
what day August sixth is.

La traducción está tomada de la nota de Minear para
Japan Focus.

jueves, 8 de julio de 2010

Paréntesis futbolístico


Después de pronunciar el famoso "Españoles, Franco ha muerto", Carlos Arias Navarro, a la sazón presidente del gobierno, lee el testamento del "caudillo". Una version de unviejolobo a partir de la magnífica boutade de El Intermedio.

jueves, 1 de julio de 2010

El intermedio y algunas curiosidades





La semana pasada Thais Villa, en su sección de El Intermedio, llevó a tres adolescentes de poco hábito de lectura a la Feria del Libro de Madrid con el propósito de que cada uno escogiera un libro, lo leyera durante la semana, y lo comentara en el programa de ayer. La primera curiosidad (en cuanto al tema de este blog, claro está) es que dos de las obras elegidas resultaran ser de autores japoneses: Azul casi transparente , de Murakami Ryū, y Soy un gato, de Natsume Sōseki (también publicada por Trotta con el título de Yo, el gato); la segunda, que ambas novelas coinciden en ser tanto las primeras obras mayores de sus autores como aquellas que los llevarían a la fama: Azul casi transparente, publicada en 1976, obtuvo ese mismo año el Premio Akutagawa, y Soy un gato, de 1905, es uno de los clásicos de la literatura japonesa moderna.

De Murakami Ryū he comentado brevemente en posts anteriores ( "De idiomas" y "¿Quiénes son?") sobre su peculiar labor como empresario de la salsa cubana en Japón. En relación con la novela de Natsume Sōseki, ha resultado igualmente curioso la reciente publicación de Soseki: inmortal y tigre, un volumen de Fernando Sánchez Dragó que tiene como protagonista a su gato, bautizado con el nombre del escritor japonés. Sánchez Dragó -cuya esposa es, por cierto, japonesa- ha sido profesor de literatura española en Japón y guionista de programas en español para la cadena NHK. Las melodramáticas relaciones de Sánchez Dragó con su gato (con el que llegaría, incluso, a presentar su programa Diario de la noche en Telemadrid) fueron nota frecuente en los medios españoles hasta la muerte de la mascota.

Los videos han sido tomados de Campamante's Channel, un canal de You Tube dedicado a El intemedio. Emisiones completas y otros fragmentos de este excelente programa -que recomiendo a todo aquel que le interese el buen humor - pueden verse también en laSexta TV Online.

jueves, 24 de junio de 2010

25 de junio: "Día Nacional de la Claria"


Probablemente, el término claria, con el que se denomina en Cuba a la variedad de pez-gato conocida también como walking catfish y cuya cría apenas ha comenzado en la isla, provenga de su nombre científico Clarias batrachus. No es de extrañar que la exótica apariencia de este pez dentro la piscicultura cubana, aunada tanto a condiciones anómalas en su cría como a la evidente ausencia de información sobre la especie, le hayan granjeado notoria repulsión, incluso con respecto a su consumo. Sobre todo, si consideramos que en Cuba la "buena voluntad" gubernamental, el autoritarismo, y la ineficiencia no son más que sinónimos, y que la variedad de pez-gato introducida, con independencia de ser perfectamente comestible, tiene realmente carácter invasivo y predador. (En la nota de este último enlace su nombre científico aparece anotado como Clarias gariepinus)



En Japón, por el contrario, ni el pez-gato ni su imagen (a salvo de la variedad) son para nada ajenos: legendariamente, la causa de los terremotos se asociaba con los bruscos movimientos de un pez gato gigante (namazu) que, a pesar de ello, también podía llegar a ser benefactor de los necesitados. No he explorado a fondo el tema, pero doy en pensar que tal vez no exista otro país con tanta gráfica protagonzada por un pez-gato, etiquetada, literalmente, como namazu-e dentro de las muy detalladas clasificaciones del ukiyo-e.

Lo que probablemente pocos japoneses, y aún menos cubanos, conozcan, es que en 1987 el entonces presidente de Estados Unidos de America, Ronald Reagan, declaró el 25 de junio como el Día Nacional del Pez-Gato en reconocimiento al valor y a la tradición del cultivo de la especie en el país. Algo que, para el caso cubano, podría constituirse en el "Día Nacional de la Claria", si es que al gobierno de la isla, que tantas fechas de tan escaso valor proteínico celebra, se le ocurriera considerar algo parecido. En la declaración se elogia al pez-gato como de gusto delicado y fuente de proteínas bajas en calorías y en colesterol y se llama al pueblo de los Estados Unidos a la observancia de este día con ceremonias y actividades apropiadas. En realidad, no imagino cuáles puedan ser éstas, si es que en verdad se celebran, pero, de seguro, la degustación del pez-gato estará entre ellas, aunque, de acuerdo con algunas leyes del Estado de la Florida probablemente entre las variedades no se encuentre la claria.

*El título del post es, por supuesto, una broma a partir del National Catfish Day en los Estados Unidos de América. La imagen que lo encabeza está tomada de la página de la Séptima Asamblea de la Comisón Sismológica de Asia y Sociedad Sismológica de Japón. La nota que le acompaña aclara que después del terremoto de 1885, en Tokio, numerosas estampas de terremotos y peces-gatos estuvieron circulando, y que en este grabado, que pertenece a los archivos del Instituto de Investigación de Terremotos de la Universidad de Tokio, puede verse a Kashima, Dios de los Terremotos, presionando un gran pez-gato con una piedra, mientras que peces-gatos más pequeños que causan terremotos piden disculpas a la deidad. Una estampa que, según advierte el texto, circulaba como amuleto para aquellos que temían de los terremotos.

martes, 22 de junio de 2010

Tokonoma


¿Qué cosa es el tokonoma? me preguntaban insistentemente, en Cuba hacia la segunda mitad de los años ochenta, mis amigos escritores. El motivo no era otro que la mención del término en el poema de José Lezama Lima “El pabellón del vacío”; aunque la causa, más allá de mi estudio de esos temas, era la escasísima bibliografía sobre cultura japonesa en las bibliotecas de la isla y, en general, sobre la del Este de Asia; nula, podría decirse, si la remitimos a todo lo que de cultura visual y material se había generado en esas áreas culturales desde el período moderno.

Tanto por la relación espacial como por la noción de vacío, en el poema, Lezama considera el tokonoma a partir únicamente de su carácter de vano u hornacina, muy probablemente dentro del espacio de la “casa del té” (chashitsu) y, acaso, dentro del propio ambiente de la “ceremonia del té” (chanoyu), ambos íntimamente asociados con el budismo zen; la uña horada la pared, la mesa, un papel de seda, el borde de una taza, el cielo; abre un nicho diminuto que pasa de ser ese pequeño vacío donde imaginamos refugiarnos de lo que nos rodea, de nosotros mismos, o con nuestro gozo, para convertirse en otro vacío mayor donde todo cabe, se desdobla y se asienta.

Aunque esta sublimación del tokonoma (que no es necesariamente un espacio mínimo, ni representa estrictamente lo insondable del vacío) no haya que discurrirla más allá de su excelencia poética, probablemente en su trasfondo estén lecturas como El libro de té, de Okakura Kakuzō, cuya traducción popularizara el tema en occidente, y que, junto al Bushido de Inazo Nitobe, fuera uno de los pilares para el imaginario moderno y esencialista de un Japón tradicional, apriorísticamente homogeneizado, estilizado y mitificado en reticencia samurái y en cordura zen.

Intentando responder con este post a un lector de este blog, he tenido la idea de publicar algunos poemas cubanos relacionados con Japón. Comienzo, pues, con “El pabellón del vacío”, de José Lezama Lima (Fragmentos a su imán, 1977) y con “Fuga del tokonoma”, de Félix Lizárraga (A la manera de Arcimboldo, 1999), un hermoso homenaje al poema y al poeta. El primero aparece en José Lezama Lima. Poesía completa. Letras cubanas, 1994, y el segundo en A la manera de Arcimboldo, Ediciones de Afuera, 2005. La foto que encabeza este post la tomé en julio del 2009 en el complejo del Rokuon ji (donde se encuentra el famoso Kinkakuji, el Pabellón de Oro de la novela de Yukio Mishima). En el extremo derecho puede verse el tokonoma, en cuyo fondo cuelga un kakemono; la apariencia de pared rasgada que le antecede –acaso similar a esa pared raspada por la uña en el poema de Lezama- no es más que un tronco irregular dispuesto como límite del muro.

El pabellón del vacío
José Lezama Lima

Voy con el tornillo
preguntando en la pared,
un sonido sin color
un color tapado con un manto.
Pero vacilo y momentáneamente
ciego, apenas puedo sentirme.
De pronto, recuerdo,
con las uñas voy abriendo
el tokonoma en la pared.
Necesito un pequeño vacío,
allí me voy reduciendo
para reaparecer de nuevo,
palparme y poner la frente en su lugar.
Un pequeño vacío en la pared.

Estoy en un café
multiplicador del hastío,
el insistente daiquirí
vuelve como una cara inservible
para morir, para la primavera.
Recorro con las manos
la solapa que me parece fría.
No espero a nadie
e insisto en que alguien tiene que llegar.
De pronto, con la uña
trazo un pequeño hueco en la mesa.
Ya tengo el tokonoma, el vacío,
la compañía insuperable,
la conversación en una esquina de Alejandría.
Estoy con él en una ronda
de patinadores por el Prado.
Era un niño que respiraba
todo el rocío tenaz del cielo,
ya con el vacío, como un gato
que nos rodea todo el cuerpo,
con un silencio lleno de luces.

Tener cerca de lo que nos rodea
y cerca de nuestro cuerpo,
la idea fija de que nuestra alma
y su envoltura caben
en un pequeño vacío en la pared
o en un papel de seda raspado con la uña.
Me voy reduciendo,
soy un punto que desaparece y vuelve
y quepo entero en el tokonoma.
Me hago invisible
y en el reverso recobro mi cuerpo
nadando en una playa,
rodeado de bachilleres con estandartes de nieve,
de matemáticos y de jugadores de pelota
describiendo un helado de mamey.
El vacío es más pequeño que un naipe
y puede ser grande como el cielo,
pero lo podemos hacer con nuestra uña
en el borde de una taza de café
o en el cielo que cae por nuestro hombro.

El principio se une con el tokonoma,
en el vacío se puede esconder un canguro
sin perder su saltante júbilo.
La aparición de una cueva
es misteriosa y va desenrollando su terrible.
Esconderse allí es temblar,
los cuernos de los cazadores resuenan
en el bosque congelado.
Pero el vacío es calmoso,
lo podemos atraer con un hilo
e inaugurarlo en la insignificancia.
Araño en la pared con la uña,
la cal va cayendo
como si fuese un pedazo de la concha
de la tortuga celeste.
¿La aridez en el vacío
es el primer y último camino?
Me duermo, en el tokonoma
evaporo el otro que sigue caminando.

Fuga del tokonoma
Félix Lizárraga.

El hombre viejo araña la cal de un muro aún más viejo.
La cal se rompe con un débil chasquido polvoriento.
El hombre viejo sigue arañando como si nadara, se vuelve en el
reverso de sus uñas un pez de oro sonámbulo, se fuga en los
espejos de la pleamar.
Los labios (¿del pez, del viejo?) murmuran una frase mordida,
«El tokonoma».
El espejo del muro le devuelve otro rostro en las espumas de la
cal que se deshace.
El pez navega soñando, majestuoso, una galera con las velas de
púrpura.
Las uñas van ahondando.
La reina va tendida entre la concha de las púrpuras, que olvidan
sus reflejos en la carne bruñida de un joven faunecillo.
El pez ondula el oro absorto de su fuga.
Las uñas van ahondando, deshaciendo la cal del muro.
El faunecillo sostiene en las dos manos un espejo de bronce.
Las uñas van ahondando.
La reina ríe, entreabre los muslos, largas cintas de seda que se
enroscan.
Las uñas en la cal.
La seda de los muslos se entreabre sobre el bronce bruñido.
Penetra el pececillo las espumas purpúreas.
Las uñas acarician el bruñido del fauno, espejo absorto, cal en fuga, oro que se deshace.
Los labios (unos labios) murmuran una frase mordida,"El tokonoma".
A los pies del hombre viejo, arañando la cal de un muro aún más viejo, cae un espejo de bronce con un débil chasquido polvoriento.
En su reverso, un pez, una galera, un faunecillo de oro en fuga.

jueves, 17 de junio de 2010

Vamos! Nippon



La Copa Mundial de Futbol de 1998 la vi en la sala de televisión del dormitorio para estudiantes extranjeros de Soshigaya, en Tokio. Se tenía por regla -en dependencia del partido, y hasta donde lo permitían las transmisiones en otros idiomas- que las narraciones de cada tiempo se sintonizaran en la lengua, primero de uno, y luego de otro de los países contendientes. De allí, recuerdo a una pareja -él inglés, ella brasileña- que, a semejanza de figurillas de adorno, entraban a la sala siempre tomados de la mano, y vestidos con la misma camiseta, de Inglaterra o de Brasil, en dependencia de la selección que jugase. Y la única pelea que estuvo a punto de suceder: entre coreanos (del sur, obviamente) y algunos latinos, luego de la victoria de México contra Corea del Sur. Yo, que desde hacía tiempo había desterrado, especialmente de mis preferencias deportivas, la noción política de “unidad latinoamericana”, tenía por favorito a Francia (de hecho lo había tenido desde el mundial de 1982), muy en contra de la mayoría, (y no sólo latina) que en la final apoyaba a Brasil y que nunca entendió por qué, siendo yo latino, no torcía por el equipo sudamericano.

1998 fue la primera copa mundial en que participó Japón y había gran exaltación, sobre todo porque la Japan League se había inaugurado apenas en 1993. Para el escenario internacional, la selección japonesa es conocida actualmente como la "Samurai Blue", sus seguidores como Ultra Nippon y su himno (o más bien su martinete) como Vamos! Nippon (pronunciado "Bamo Nippon"). Desconozco el motivo de ese vocablo en español dentro del himno, y únicamente supongo que tenga algo que ver con la pasión japonesa por la selección argentina.

viernes, 11 de junio de 2010

Trío “Ros Panchos”


El disco, cuya portada ilustra este post, lo adquirí hace más de diez años en uno de los pasillos de esa profunda y enorme ciudad que es la estación de Shinjuku. No lo hice por la música del famoso trío, de la cual el disco no es más que un habitual compendio de éxitos, sino por el sorprendente error en la escritura del nombre del grupo musical hispanoamericano de más fama en Japón, así como por los "gazapos" en algunos de sus títulos. Comprado por unos pocos yenes en una mesa donde se amontonaban muchas otras grabaciones, si bien de calidad, ya “pasadas de moda”, he dado en pensar que el equívoco se debió, más que a la ausencia de la letra ele o de algunos otros fonemas del español en la pronunciación japonesa, a la indolencia de una producción (o reproducción) barata destinada al mercado nacional.


En la primera mitad de la década del sesenta, Los Panchos hicieron giras a Japón y grabaron un par de discos con temas japoneses -algunos compuestos por autores del país- y donde, en ocasiones, cantan en japonés. Se suman en ello, y por la misma época, al dúo Los Compadres. De los varios videos que al respecto pueden encontrarse en Youtube, comparto aquí “Se llama Fujiyama” y “Estoy llorando” (este último, una mezcla de enka con fraseos de estereotipada música “oriental”). No es, por supuesto, ni lo más conocido ni, mucho menos, lo mejorcito de Los Panchos, pero tanto éstas como otras canciones del mencionado repertorio fueron todo un éxito en Japón, añadiéndose al que el histórico trío ya se adjudicaba de por sí.



viernes, 4 de junio de 2010

Presentación del olvido. Agradecimientos


Agradezco, con gran cariño, a todos los que estuvieron, de un modo u otro, al tanto de la presentación del libro; muy especialmente a los amigos que asistieron (o que me visitaron posteriormente), así como a los que, sin conocernos en persona, tuvieron la gentileza de comunicarse conmigo. Y, por supuesto, a Enrique del Risco, quien ideara esa magnífica velada en la Universidad de New York, y a quien también agradezco sus palabras para la contraportada. También a Margarita García Alonso y a Juan Carlos Recio por sus muy amables posts -que aquí enlazo- desde los que he podido, igualmente, reencontrarme con otros buenos y viejos amigos.

En cuanto a la edición, quiero agradecer de modo muy particular a la excelente artista cubana Sandra Ramos, por su obra para la portada, a Antonio Orlando Rodriguez y a Daína Chaviano por sus muy gentiles palabras (en compañía de las de Enrique del Risco y de las que la crítica literaria canaria Alicia Llarena escribiera hace ya más de veinte años) y a los editores de Malecón, Andrés Pi y Radamés Molina por su insistencia en la publicacion de este libro.

¡Un gran abrazo a todos!

lunes, 24 de mayo de 2010

Presentación del olvido


Mañana, 25 de mayo, presentaré en la Universidad de New York el libro de poesía Presentación del olvido, publicado por la editorial Malecón. Dos breves comentarios, donde se anuncian la dirección y otros detalles del evento, coordinado por el escritor y crítico literario Enrique del Risco, pueden verse aquí y aquí. La imagen de la portada es de Sandra Ramos. Incluyo -sin el espaciado original- uno de los poemas relacionados con Japón.


Los cementerios

No ha cesado la lluvia; desde la oscura veranda del santuario los
jardines parecen disolverse; y hacia la tarde, poco queda ya por
descubrir de su cuidada indiferencia.

La discreta torcedura de las ramas, las sogas invisibles que comban
los arbustos, los pasos desgranados en guijarros, se distinguen
con la misma claridad de su ficción.

Lejos de los portones, las luces tempranas de las casas del fondo
demoran la silueta de las tumbas, de las tablillas escritas que
dan a sus ventanas.

No es demasiado el peso de la lluvia; sobre las tejas pavonadas o
ceniza corren hilos de agua que tardan en caer sobre otras tejas
rotas, amontonadas en el suelo.

Un tiempo acaso, que diríase inmóvil, aísla cada hoja, cada poro de
tierra, cada gota deslizada en las rendijas y los hace brillar por
un instante, como si nada más hubiera.

Un mismo tiempo en el que todo parece recortado de algún paisaje
enorme, de alguna cordillera filtrada por la niebla, sin envés y
sin sombra

un paisaje distante donde apenas se vislumbra construcción o aliento,
o un sólo trazo desvaído y breve iluminando el techo de una
casa en las faldas.

Detrás de la veranda alguien habrá de estar, o nadie; de las puertas
cerradas, del opaco esmeril de los cristales, sólo se advierte el
reflejo de la lluvia.

En las urnas, al pie de los sepulcros, se compacta la arena ennegrecida por los restos de incienso, y algo de pétalos y barro da
en flotar en la boca de los tiestos vacíos.

No hay estatuas, ni bustos, ni mármoles crispados, sólo volúmenes
geométricos pulidos en piedra, casi mudos, casi repetidos, inútiles
para la pasión o el sufrimiento.

Dispersas, se humedecen también imágenes de dioses, en roca y
musgo o bronce bien gastado, y en los rincones, llaves de agua,
baldes, mangueras, cazos para limpiar las tumbas.

martes, 18 de mayo de 2010

Entrevista a Kichiro Ogaki

Publicada ahora en el último número (36, 2009) de la revista México y la Cuenca del Pacifico, del Departamento de Estudios del Pacífico de la Universidad de Guadalajara, la entrevista a Kishiro Ogaki formó parte de un ambicioso e inconcluso proyecto: reunir las memorias de los especialistas hispanoamericanos en estudios de Japón y de los especialistas japoneses en estudios de Hispanoamérica. Me movía a ello tanto el interés académico —trabajaba a la sazón en mi tesis de doctorado en la Universidad de Tokio— como el interés periodístico por un tema que, todavía hoy, carece de crónica. Fue realizada en la ciudad de Kyoto, hacia 1999, y tal vez Ogaki recuerde la fecha, el lugar exacto. He suprimido las preguntas, innecesarias para mí, en un relato tan fluido y tan revelador de la simpatía y el humor de Ogaki. No obstante, para mis propósitos aún la sigo considerando el borrador de otra entrevista mayor.

Kishiro Ogaki es Doctor en Historia por la Universidad de Navarra y por El Colegio de México. Figura como especialista principal en muchos de los capítulos sobre Hispanoamérica que han aparecido en diversas enciclopedias, y está entre los responsables de la edición de uno de los diccionarios español-japonés más consultados. Tiene, además, una Historia de la Constitución española de 1845, un ensayo sobre El Ayuntamiento de la Ciudad de México durante la guerra de independencia, y una Historia de México y Japón del siglo XVI al XIX. Y traducciones que representan un hito para el conocimiento de México y Latinoamérica en Japón: la Relación y noticia del reino de Japón, de Don Rodrigo de Vivero; el Viaje de la comisión astronómica mexicana al Japón, de Francisco Díaz de Covarrubias y Siglo de Caudillos, de Enrique Krauze. En la época de la entrevista fungía como Director General de Relaciones Internacionales de la Universidad de Estudios Extranjeros de Kioto, donde actualmente continúa como profesor. Antes había sido Coordinador del Centro de Estudios Mexicanos y Jefe del Departamento de Estudios Hispánicos de la misma universidad. Ha sido condecorado con las órdenes Águila Azteca e Isabel la Católica.


Entrevista a Kishiro Ogaki

Ante todo, tengo que decirte que yo le di la vuelta al mundo. Yo era un muchacho muy inquieto y siempre me gustó mucho viajar. Desde que estaba en el bachillerato. Así que cada vez que tenía tiempo libre lo aprovechaba para ir aquí o allá, es decir, me la pasaba viajando, yendo por todo Japón, desde Hokkaido hasta Kagoshima. Por eso, cuando más o menos terminé de recorrer desde el extremo norte hasta el extremo sur del archipiélago, me dije: “ahora quiero conocer otros países”. Entonces se me ocurrió dar la vuelta al mundo. Y compré un boleto para un barco francés que salía del puerto de Kobe y llegaba hasta Marsella, pero que también tocaba muchas otras ciudades: Yokohama, Hong Kong, Saigón, Singapur, Colombo, Bombay, Djibuti, Portside: 30 días en barco. De Marsella di una vuelta por Europa, y luego me fui en tren a España, donde estuve casi un mes y, finalmente, a Lisboa, desde donde tomé un avión hacia Nueva York. Después pasé por Canadá, Los Ángeles, México y otra vez Canadá. Y de allí, desde Vancouver, regresé por una ruta que llegaba a Tokio a través de Honolulu. En resumen, 32 países en 112 días. Es decir, casi la vuelta al mundo en ochenta días. Con 21 años.

Eso fue en 1965. En aquel momento el dólar estaba a 360 yenes. Y sólo se nos permitía sacar 500 dólares. Quinientos dólares, es decir, nada. Pero por mi cuenta yo conseguí cerca de 2,000 ó 2,500 dólares. Como yo era estudiante, no tenía dinero pero sí tiempo de sobra. Entonces me puse a enviar tarjetas postales a mis amigos. A cada uno de los amigos que habían estado conmigo desde el kindergarten hasta la universidad. En las tarjetas les explicaba lo que intentaba hacer, y les pedía que, de ser posible, colaboraran para mi empresa. Entonces todos me empezaron a mandar cheques o efectivo. Así que en cuestión de un mes pude reunir los yenes necesarios para comprar el pasaje. Lo curioso es que para agradecerles no pude hacer otra cosa que volver a enviarles una postal, que costaba cinco yenes en aquel entonces. A esa colecta se sumó una cantidad con la que me ayudaron mis padres. Pero aun así, para la magnitud del viaje que intentaba hacer todo ese dinero resultaba insuficiente. Como tú sabes, lo que más te cuesta es el gasto de alojamiento, quedarse en un hotel es lo más costoso. Por eso, ya una vez que estaba viajando empecé a hacerme de amigos en cada parte del mundo, hombres y mujeres. En España, Portugal, India, Estados Unidos, México. Por ejemplo, el amigo de México era un caso muy particular. Era un señor millonario que tenía una compañía farmacéutica y que vivía en Lomas de Chapultepec; íntimo amigo del presidente del hotel New Otani, de Tokio. Su casa era impresionante: sirvientas, alberca, dos y tres coches; en fin, una residencia de gente de dinero. Y eso para un japonés, especialmente para un estudiante japonés de la década de los sesenta, que es cuando Japón comenzaba a acelerar su desarrollo económico, era algo sensacional. Un día le dije a ese amigo que me gustaría conocer un poco más el país, y él me contestó: “Muy bien. Mañana nos vamos a Guadalajara”. Y yo pensé que iríamos en autobús, pero nos fuimos en Mexicana. Recuerdo, incluso, que en aquel momento Mexicana usaba un avión británico, Comet, que luego lo descontinuaron porque tenía problemas en el motor. Y bueno,todo eso era más que maravilloso para mí, era como un sueño.

Continuar aquí:
http://www.publicaciones.cucsh.udg.mx/pperiod/pacifico/revista36/6emiliogarcia.pdf

lunes, 17 de mayo de 2010

Jardín japonés, jardín cubano



En relación con el post anterior, y específicamente con sus dos últimos párrafos, Amaury García Rodríguez me envía estas imágenes de las instalaciones del artista cubano Carlos Garaicoa para la Sexta Bienal de La Habana, celebrada entre mayo y junio de 1997. La primera se titula "Jardín japonés" y toma como referencia el karesansui ; la segunda, "Jardín cubano", y lo que toma como referencia está de más decirlo.

Con respecto al término "jardín japonés" únicamente quisiera observar que, independientemente del modo en hayan sido recreados, no existe un sólo tipo o estilo; el del Jardín Botánico Nacional parece caer, por ejemplo, en la categoría de kaiyuushiki teien o, acaso, más estrictamente, en la de chisen kaiyuushiki teien. (Particularmente en la recreación del karesansui, una de las piezas contemporáneas más afamadas es la realizada por Arakawa Shusaku y Madeline Gins dentro de su amplio proyecto Reversible Destiny)

El "Jardín cubano", por su parte, ha sido excelentemente comentado y ficcionado por Antonio José Ponte en Un arte de hacer ruinas, La fiesta vigilada y el documental Arte nuevo de hacer ruinas. Y teorizado (involuntariamente) por Kevin Lynch en Echar a perder. El tema toca algo que he venido trabajando colateralmente desde la optica de la cultura visual: la imagen no convencional en los imaginarios (oficiales o no) de la ciudad, asi como la inclusión de la vulnerabilidad y el riesgo como categorías habituales para el análisis de cualquier imagen arquitectónica y urbana.  

domingo, 16 de mayo de 2010

Jardín Japonés de La Habana


Reproduzco el post de hoy de Rebeca Monzo en su blog Por el ojo de la aguja. Presumo que el Jardín Japonés de La Habana al que se refiere ha de ser el que se encuentra dentro del Jardín Botánico Nacional [ir a la barra a la derecha de esta página], pues, salvo que exista un tercero (o varios más), el otro jardín japonés o parque japonés conocido es el del actual Restaurant 1830, diseñado en las primeras décadas del siglo XX por, si no me equivoco, Jorge Julián Carpentier, padre de Alejo Carpentier. De la sección dedicada al Jardín Japonés en esa página del Jardín Botánico Nacional, y entre otros interesantes datos sobre su construcción, nos enteramos que “Desde el punto de vista paisajístico [el jardín] incorpora de acuerdo a la técnica "shakkei", las lomas conocidas como "Tetas de Managua" como eje visual para la contemplación del jardín (...)"; y también del discurso inaugural de Fidel Castro el 26 de octubre de 1989, endulzado con la misma retórica de que los japoneses son esforzados y sabios, y que Cuba tiene mucho que aprender de ellos (evidentemente, todavía no lo ha hecho). La foto con la que encabezo este post y las que aparecen al final están tomadas de ese sitio web. Si el jardín japonés sobre el que cuenta la conocida de Rebeca es efectivamente éste -la escultura o el "totem" bien podrían referirse a esa escultura que estiliza lo que popularmente se conoce como "pagoda"- probablemente las imágenes estén muy lejos de reflejar su estado actual.

De nuevo, en una reunión de amigos, unos de los presentes, contaba que este viernes pasado, había asistido a una conferencia, en la Casa de Asia, en el centro histórico de nuestra ciudad, dada por un japonés, sobre jardines en su país. Dicha conferencia estuvo enriquecida con las imágenes proyectadas de los magníficos jardines y paisajes de este hermoso país asiático.

Al terminar la misma, el conferencista de marras, expresó su deseo de acudir él y la delegación de inmediato, pues no disponían de espacio en la agenda, al jardín japonés nuestro, ya que ellos recordaban, que cuando fue proyectado el mismo, Japón cooperó con el diseño, e inclusive había donado una escultura, casi sagrada, que suele colocarse como símbolo en estos jardines.

Ahí mismo, se formó el corre- corre. Llamadas urgentes por celular, desde la Habana Vieja a Calabazar, para que prepararan condiciones, ante la inminente visita. De más está decir que, cuando llegaron al lugar, todavía los empleados del mismo estaban, escoba en ristre, dando los toques finales para recibir a tan honroso comité.

Mi amiga, que integraba parte de la representación de nuestro planeta, quedó horrorizada, asumiendo vergüenza ajena, ante el espectáculo que observaban sus ojos. El jardín estaba en un total estado de abandono, ya ni era la sombra de aquél que un día fue. El tótem estaba dañado, como si un loco hubiera cogido una mandarria, para descargar su enojo contra el mismo. Ella no se atrevía a hacer ningún comentario, como tampoco, mirar a la cara a los japoneses. Salieron en silencio y así continuaron el viaje de regreso.

Más tarde, alguien comentó, que los japoneses habían expresado el deseo de hacer un jardín cubano en su país. Entonces mi amiga habló. -Ya tengo en mente el diseño-,

Dijo. Me imagino, un gran solar, con todo tipo de matojos creciendo a su aire, unas cuantas latas, envases de cartón vacíos y bolsas plásticas, diseminadas por doquier,algunos excrementos de animales y, un hermoso letrero que diga se puede pisar el césped-



Cuchillos japoneses


Desde el pasado dos de mayo, el periódico La Vanguardia promociona, con su edición dominical, un set de cuchillos japoneses. Desde el famoso santoku hasta cortantes para quesos y un afilador. Aunque la atractiva animación de preventa en la página electrónica del periódico parece haber desaparecido, el anuncio mantiene los detalles de las virtudes de cada hoja (aparte, claro está, los mecanismos de venta). Como muchos otros instrumentos, herramientas y productos de la cultura material para uso cotidiano, la forja de cuchillos (que tiene en la ciudad de Seki su más preciado cuartel) ha sido asentada también desde una perspectiva estética. Aparte de la mítica excelencia de las hojas japonesas, ampliamente representada o imaginada desde una impoluta espiritualidad de producción y uso de la katana (la pacientísima fragua, primero, y el corte habilidoso por un "samurái-zen", después), los cuchillos nipones parecen responder a otra mística contemporánea: la de complemento de la exquisitez de una cocina japonesa tal como se ha sublimado en occidente y que se da a entender como la nouvelle cousine por excelencia. No está de más decir que la selección de platillos japoneses que aparece en nuestros restaurantes, por más deliciosos que estos sean, no suple en modo alguno el sabor de muchas otras comidas populares que se pueden disfrutar en Japón y que, personalmente, prefiero.

Desconozco si los cuchillos promocionados por La Vanguardia, de uno a cinco euros, tengan la afamada calidad de los Kyocera (con sus cuchillos de cerámica), los Misono o los de otras marcas cuyos precios oscilan entre 6000 y más de 50 000 yenes. Pero conque puedan hacer, sin mellarse, lo que aparece en los siguientes videos será, sin duda, una buena inversión.



viernes, 7 de mayo de 2010

Pabellón japonés, Shanghai 2010



Pabellón japonés en la recién inaugurada Exposición Internacional en Shanghai (la anterior, hace cinco años, tuvo lugar en Aichi, Japón). La página oficial del pabellón despliega un sinnúmero de interesantes detalles del proyecto. Salvo por el particular de las relaciones con China, los títulos de los espacios de exhibición resumen los mismos tópicos modernos de espíritu-en-la-naturaleza y tecnología-del-futuro -con la obvia correción contemporánea de sostenibilidad y ecología de esta última- a través de los cuales se ha visualizado Japón desde la segunda mitad del siglo XX. Quizás, para quien ha podido constatar de primera mano la cotidianeidad en las innovaciones tecnológicas en el sector de los servicios, así como la calidad de éstos dentro de Japón, las muestras del pabellón ya no conlleven el asombro de "futuro". Tal vez lo más novedoso se encuentre en conocer que esta es la primera vez que un pabellón japonés en una exposición universal "combina los esfuerzos y la sabiduría" del gobierno japonés y del sector privado. Ello, no tanto por el eventual trasfondo de la crisis económica, sino por lo que pudo, o no, haber incidido el sector privado en la propuesta oficial. Desde la posguerra, la imagen nacional sigue siendo uno de los temas más sensibles para el gobierno japonés, y por ende, uno de los más controlados, vigilados y, por supuesto, manipulados. No obstante la asepsia que se supone para las esposiciones universales, el que la del 2010 tuviera lugar en China, debió significarle, de seguro, una preocupación extra.

miércoles, 5 de mayo de 2010

Ver e interpretar


El cartel que encabeza este post -datado de hacia 1962 en la “Guide to the Cuban poster collection, 1960-2000” del Online Archive of California- tiene un doble (o acaso triple) interés. El primero, por dar a conocer algunos de los filmes japoneses que se pasaban en Cuba a inicios de los sesenta, así como por lo que de reconsideración dentro del contexto cultural y político de la época puede dejarnos la misma estructura de los ciclos y la elección de los filmes. El segundo, por el propio objetivo del curso, que explicita con ridícula bastedad (francamente hilarante) las intenciones de la enseñanza de la apreciación artística, ideologizadas en los planes de estudios y, como bien se sabe, transmutadas en censura o en juicios políticos a los creadores. El ciclo de Japón lo introduce el profesor y crítico de cine Mario Rodríguez Alemán (o “Mario Rodríguez Alemán Democrático”, como llegaría a apodársele por su tendencia a -y en- la interpretación política de los filmes), y el evento aparece promocionado por la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), todavía necesitada del apelativo de “revolucionaria”, y por la entonces Asociación de Jóvenes Rebeldes (AJR). De las cintas japonesas que anuncia el curso creo haber visto únicamente Los siete samuraís, habitual, aparte de por sus virtudes, para explicar el tema de la explotación campesina y la rebeldía de los “desclasados”. Del resto, sin revisar a fondo, sólo advierto la curiosidad de la aparición de Eiji Okada en Hiroshima, actor que se hiciera famoso en occidente por otra cinta casi homónima (y tal vez de contexto similar): Hiroshima mon amour, de Alain Resnais y con guión de Marguerite Duras.

Con respecto al tema de la propaganda política dentro de la enseñanza y la apreciación artística en Cuba, incluyo abajo dos paradigmáticos periódicos murales, encontrados en la misma fuente que el anterior, y pertenecientes a la misma época: aunque ya para el arte no funciona, todavía en el terreno de la admonición y la agitación política es usual, más por vicio que por convicción, semejante retórica. Sobre carteles para los estrenos, y por las cintas japonesas que se proyectaban en Cuba, puede verse la pequeña muestra de gráfica de los años sesenta y setenta recogida en el interesante blog sobre cine japonés Wildground.


lunes, 26 de abril de 2010

¿Quiénes son?: Sindo y María Elena

El dúo de Sindo y María Elena era la respuesta a la pregunta del post anterior. Algunos conocidos los identificaron al instante, a pesar de los atuendos. Arriba, un cartel anunciado un concierto en un restaurant-bar llamado Habana: una de las imágenes en relación con Japón que aparecen en su página de myspace, donde también pueden escucharse un par de grabaciones de la época. Debajo, el cartel de Roger Aguilar Labrada (sin fecha) para el entonces Consejo Nacional de Cultura, hallado en una página sobre gráfica cubana del Online Archive of California, y que me llevaría al tema.

viernes, 23 de abril de 2010

¿Quiénes son?


La adivinanza es para los lectores cubanos, mayormente para quienes vivieron en Cuba en las décadas de los setenta y los ochenta. Oculta menos un tema japonés que mi sorpresa ante unos rostros habituales por aquella época en la pantalla chica y que había borrado de mi memoria. Hacia 1980 estuvieron quince meses en Japón y de ahí es la foto. (Omito, lógicamente, la fuente de la información, que aclararé en un próximo post).

Aparte de Los Compadres, y de la participación de Los Hermanos Bravo como parte de la delegación cubana a la Feria Internacional de Osaka en 1970 (un documental japonés que estoy tratando de recuperar), desconozco cuántos otros artistas pasaron por tierras japonesas antes del boom de la salsa y la agencia montada por el escritor Murakami Ryū. Por el momento, ésta es la única foto que creo conocer de artistas o personajes públicos cubanos en atuendos japoneses.

martes, 20 de abril de 2010

Huyamos despavoridos como ratas


En comparación con el cine japonés, y acaso hasta el despliegue internacional del cine chino en la década de los ochenta, la producción cinematográfica del este de Asia exhibida en Cuba fue bastante exigua. Al menos, hasta la presentación del Sorgo Rojo (1987) de Zhang Yimou, la única cinta del este de Asia no japonesa que recuerdo haber visto la vi en mi infancia. Fue en uno de los cines del barrio chino de La Habana (Nuevo Continental o Águila de Oro) donde, convoyadas con las películas del circuito de exhibición habitual, todavía pasaban películas chinas, y en chino, para el público del barrio. En aquella ocasión, mi padre me había llevado a ver El octavo (1969) -una historia búlgara sobre la resistencia antifascista- y la cinta china de turno era una comedia fantástica, donde un joven inocente era apaleado y un mago hacía que los golpes le dolieran a la suegra malvada. Era una cinta en blanco y negro, probablemente de los años cincuenta y, casi con seguridad, producida en Hong Kong o Shanghai. (Desconozco si la sociedad china siguió importando filmes para su consumo después de 1959 o si eran rollos que ya estaban ahí y se repetían hasta la saciedad, o si en algún momento dejaron de pasarse y desaparecieron).



Fuera de eso, sólo recuerdo las reseñas de “filmes clásicos” de Corea del Norte en uno de los mejores libros de humor que he leído: un compendio de Kim Song Il sobre la cultura norcoreana (o tal vez únicamente sobre su cine) donde se afirmaba, entre otras cosas, que el idioma coreano era apto para enseñar el marxismo porque tenía alternancia de sonidos altos y bajos. Los títulos de esas cintas “clásicas” -casi todas supuestamente escritas o dirigidas, o, al menos, supervisadas, por Kim Il Sung o Kim Song Il- eran del tenor de “De cómo la aldea tal sobrecumplió la cosecha de manzanas”.

Lo otro era una frase que oía comentar y que se atribuía a una cinta norcoreana exhibida en Cuba. Nunca vi la película y ninguno de los que decía haberla visto me supo dar razón ni del título, ni de algo más sustancial que no fuera el hecho de que era una película de guerra. Hoy pienso que tal vez pudo haber sido Mar de sangre (1968), un filme basado en una obra "clásica" supuestamente escrita por Kim Il Sung en la década del 1930, sobre la lucha contra la ocupación japonesa, y del cual existe el cartel del ICAIC que ilustra esta nota. De provenir ciertamente de algún filme, la frase resulta más que elocuente para advertir no ya lo burdo de la propaganda, sino el sinsentido de un sistema. De suponerla una invención popular, sería una magnífica muestra del ingenio cotidiano para hiperbolizar el evidente ridículo (y probablemente para asociarlo, implícitamente, a la similar esencia retórica del gobierno cubano). Ante el avance de las tropas de Kim Il Sung, y asumiendo el lenguaje triunfal de sus oponentes, los enemigos (y para el caso daba lo mismo japoneses, surcoreanos o chinos) exclaman a voz en cuello: “huyamos despavoridos como ratas, que ahí vienen los heroicos combatientes del ejército rojo”.

El cartel de Mar de Sangre está firmado por Dimas y es de 1971 (la imagen utilizada está tomada de otro enlace donde no aparece la firma). Las fotos de los cines han sido tomadas de sendos post del blog Buena suerte viviendo, de Lázaro Sarmiento, y pertenecen al Nuevo Continental y al Águila del Oro. Ambos posts están fechados en 2009 y no sé si ese será el estado actual de ambos cines. El cartel que aparece en la pared del Nuevo Continental, dice Cine Continental y también con este último nombre lo reporta el autor del blog. Tal vez la Oficina del Historiador de la Ciudad, que para esa fecha tenía la obra en estudio, haya hecho algún “descubrimiento” con respecto al nombre del inmueble.

sábado, 10 de abril de 2010

Contextos de Akira Kurosawa

“Contextos de Kurosawa”: una colaboración para el diario digital Factual.es, en el centenario del nacimiento del director japonés.

Quisiera añadir (a la nota en Factual.es) que dentro de la relativamente abundante cinematografía japonesa proyectada en Cuba entre las décadas de los sesenta y los ochenta (tema al que me he referido tangencialmente en “Seremos como Ichi” y en “Gorath / Latitud Cero”) Akira Kurosawa fue, sin duda, el director más conocido. Al menos, hasta que supimos de la existencia de Nagisa Oshima cuyo El imperio de los sentidos fue, acaso únicamente en virtud del “escándalo” que se le atribuía por sus escenas de sexo, la cinta japonesa más esperada dentro de la isla. (La vi a inicios de los noventa en una de las salas de cine de la Universidad Nacional Autónoma de México y desconozco si finalmente llegaría a ser exhibida en Cuba; recuerdo, de hecho, a algún dirigente del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos aseverando que no ponía la cinta para evitar los tumultos que seguramente ocurrirían por ver –probablemente señalando sin proponérselo lo que a él mismo le había interesado de la cinta- “un pedacito de rabo”). Si bien otros directores como Masaki Kobayashi o Kaneto Shindo habían comenzado a sernos familiares -en buena parte gracias a aquella magnífica -y hoy desaparecida- producción gráfica de carteles y vallas que anunciaban los estrenos por la ciudad-, ninguno, aunque la tenían, fueron asociados, como Kurosawa, con una producción constante. A Kobayashi lo recordábamos mayormente por su excepcional Harakiri (tal vez más que como el mismo director de la muy gustada Kaidan) así como a Kaneto Shindo por La isla desnuda.


Hoy dudo de si más de una cinta de aquellos otros directores (y aun de otros que ni siquiera llegamos a nombrar) fueron exhibidas y acaso olvidadas por no avenirse al género “samurái”, que era el imaginario cinematográfico y cultural al uso con el que se identificaba a Japón. O, sencillamente, por no estar sus directores precedidos de la fama que Occidente había prodigado a Kurosawa, a quien -en desconocimiento de toda la complejidad cinematográfica japonesa- convertimos en el director japonés por excelencia o, quizás, en el único identificable. Desconozco si en la actualidad, y luego del despliegue del cine del este Asia en Occidente desde la década de los noventa -donde, para el caso de Iberoamérica, España parece estar a la vanguardia, incluso en el conocimiento de esos “clásicos ignorados”- los cinéfilos cubanos dentro de la isla hayan sucumbido a la afición al anime o tengan entre sus favoritos a directores como Takeshi Kitano, Kiyoshi Kurosawa , Takashi Miike o Sabu.